Todas las veces que aparezca ante tus ojos, abrázala, hazle las preguntas que más te importa de ella en el momento adecuado.

Mírala como presume, a veces, de su poder, mírala con buenos ojos; nunca lo hagas de otra forma, pues, se puede mostrar ofendida y tornarse cruel contigo.

Cuando aparezca ante ti, pregúntale que si habrá piedad o si serás juzgado sin ella. Tal vez no recibas esa respuesta hoy, ni tampoco mañana pero un día la obtendrás de su propia voz.

Intenta ser cortés y bondadoso con ella, regálale experiencias para que aprenda que es el significado de lo eterno y a la misma vez de lo efímero. Hazle pruebas de amor en cada momento de tu vida, dile que no te rendirás por su culpa, aunque muchas ocasiones le pedimos que venga y nos lleve por el sufrimiento que estamos teniendo.

Si ella viniera a por ti, regálale una sonrisa, ríete de ella pero pregúntale lo esencial antes de reunirte con Caronte y por unos instantes de tu alma, él, te conduzca hacía tu nuevo hogar aunque no lo quieras. Un hogar en que conocerás a gente conocida en tu pasado pero habrás perdido, seguramente, aquellos que se encuentran ahora a tu lado.

Por último te digo que deberás ser sincero con ella, pues será tu verdadero juez y te dirá tu resolución final. Pide perdón antes de irte para cerrar tus malos pensamientos. En ese instante, cógela de la mano y hazle tu última pregunta:

-Hoy es el día, ¿verdad?

Majestuosa para unos, como es tu caso, cierra los ojos y abrázala.